Cómo pertenecer a la Junta Directiva de la AMPA y no morir en el intento

Mujer sorprendida

Cuando uno entra a formar parte de la Junta Directiva de una AMPA, no es muy consciente de la que se le viene encima…

He llegado a la conclusión de que tiene algo de vocacional, y digo vocacional porque de una manera u otra tiene que existir una fuerza interior extra (o extraña) para dedicar mucho de tu poco tiempo libre a la asociación.

Pertenecer a la Junta no es ningún camino de rosas, de hecho, tiene bastantes inconvenientes.

  • Trabajo.Trabajo hay mucho, todo el que quieras, sin límites; el límite al final lo pone la falta de tiempo, el cansancio, problemas en el trabajo, incluso a veces pura desmotivación… Y, sobre todo en estos tiempos de pandemia, trasmitir ilusión y ganas requiere de una dosis extra de energía muy grande. Aun así, muchas veces, el resultado visible no hace justicia al esfuerzo que ha costado llevarlo a cabo, es solo la punta del iceberg.
  • Decisiones. Siempre hay decisiones que tomar, unas sencillas, otras no tanto. Y es que somos muchos, todos con puntos de vista diferentes; a veces las discusiones se hacen eternas, la mayoría se debaten vía WhatsApp, unos leen los mensajes a unas horas, otros a otras, y cuando ya parece que llegamos a un consenso, llega el rezagado de turno al que no le ha dado tiempo a leerse los 300 mensajes, y vuelta a empezar. Y eso sin contar que cada uno de nosotros pertenecemos a más de una comisión, y que cada comisión tiene su grupo de WhatsApp… ¡en fin…!
  • Parejas. Otra cosa muy habitual que nos ocurre a la mayoría de los que pertenecemos a la Junta, es que nuestras parejas a veces acaban ligeramente hartas... Queriéndolo o no, terminan siendo una parte importante de la Asociación, y es que, todas esas tareas que antes hacías en casa, con la compra, con los niños etc., que estaban perfectamente equilibradas, pues al final nada más lejos de la realidad: la equidad desaparece por completo y les toca apechugar un "poquito" más…
  • Hijos. Casi se me olvida (menos mal que una compañera me lo ha recordado): el móvil ese que tenías oculto para educar a tus hijos lejos de las pantallas, dando buen ejemplo… pues así, sin darte cuenta, se convierte en una extensión de tu mano y de tu persona. Y la frase esa de tus hijos ("mamá, estás todo el día con el móvil, te lo voy a tirar a la basura") y tu respuesta con las mejillas coloradas ("son cosas del trabajo y de la AMPA, cariño") entran a formar parte de tu día a día.

Y eso que acabo de contar, es una realidad, pero por suerte, también existe la otra: la que hace que estemos aquí, escribiendo esta carta a toda pastilla (mientras saco media hora en lo que los niños hacen los deberes y dejo la cocina sin recoger) para trasmitiros la satisfacción que supone pertenecer a este grupo tan majo de gente, que apenas nos conocemos en realidad pero que tenemos un objetivo muy importante en común, el bienestar y el porvenir de nuestros hijos.

Porque no hay nada como ese sentimiento compartido de poder ayudar y colaborar, por poquito que sea. Hasta el curso pasado fue organizando extraescolares, viajes de fin de curso, o preparando las fiestas, adornando, yendo a comprar… O este curso, con tareas más intangibles, pero no menos importantes, tal vez más en la esencia de la educación. Intentamos apoyar a todas las familias, tengan el problema que tengan, al colegio en lo que necesite para que el Rufino sea mejor centro para nuestros hijos.

En definitiva, nos apoyamos entre nosotros, padres y madres, y a los profesores para que acierten con nuestros hijos: juntos todo se hace más llevadero, más fácil, y a menudo no somos conscientes de todo lo que podemos llegar a conseguir uniendo nuestras fuerzas. Al final, lo que nos mueve y une a todos es siempre el mismo motor, el de ayudar a que nuestros hijos crezcan en un entorno mejor, ofrecerles otras opciones para que se formen en lo que más les guste, momentos lúdicos, que, por sencillos que sean, quedarán siempre en su recuerdo y en el cariño de compartirlos con nosotros…

Si has conseguido leer hasta aquí y no desistir a mitad del texto, si no has salido corriendo al leer la cara menos amable de pertenecer a una Junta Directiva, si empatizas con nosotros y algo dentro de ti ha resonado cuando nos estabas leyendo, entonces, piénsatelo (poco, eso sí) y únete a nosotros como vocal.

Si tú también eres de los que te has leído todo hasta el final (con el rollo que he metido, tiene mucho mérito), pero crees que la Junta no es tu sitio, queremos recordarte que la AMPA somos todos: unos en la Junta, sí, pero otros padres y madres también colaboran a muchos niveles en las distintas comisiones. Y si todavía consideras que no es tu momento, tampoco lo dudes, súmate y hazte socio, porque, vuelvo a repetir, la AMPA SOMOS TODOS.

Chus Puyuelo y Junta Directiva de la AMPA

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